Sobre el cobro de los rescates, por Luis Masgrau, presidente de la FAM y vicepresidente de la FEDME - Barrabes.com.
Por REDACCIÓN BARRABES.COM
Luis Masgrau razona con mucho acierto los motivos por los que considera que el cobro de rescates no sólo no ahorra dinero, sino que resulta más gravoso para el Estado que entenderlos como un servicio público no recaudatorio, además de añadir situaciones de riesgo innecesarias. Se basa en los datos recopilados durante muchos años de la Comunidad de Aragón, en donde se producen el 48% de los rescates del país. Este texto forma parte de la documentación que se entregó el pasado 30 de junio en la Asamblea General de la FEDME. "En los últimos años, varias Comunidades Autónomas han planteado diversas normativas para establecer el posible cobro de los rescates en montaña, bien sea para determinadas actividades de riesgo, bien sea en el caso de presuntas negligencias. Pero ¿quién determina lo que es una imprudencia y lo que no lo es? Un montañero experto puede acceder al Aneto en enero en condiciones de seguridad y un juez lo podría considerar imprudente. Sin embargo, un turista mal equipado y desconocedor del terreno que sube al Tozal de Guara quizás no llamaría su atención. En ambos casos podría ocurrir un accidente,ya que hasta el más experto se encuentra expuesto. Afortunadamente, en el caso de Aragón, donde mayor casuística se produce (el 48%de los rescates de la Guardia Civil de toda España se efectúan en el Pirineo aragonés), esta posibilidad de cobro no ha llegado siquiera a plantearse. Desde la experiencia que nos da ser testigos en primera línea de los accidentes de montaña, quisiéramos plantear una serie de reflexiones. Nos parece un error confiar en demasía en el posible efecto disuasorio del establecimiento del cobro de rescate en montaña sin valorar en profundidad los riesgos que esta medida podría causar. Sería deseable que los diversos responsables dejaran de poner el acento en los temas económicos, en una actitud que parece querer ser meramente recaudatoria. El acento hay que ponerlo en la información y en la formación, en realizar una labor de divulgación y concienciación del ciudadano y en el diseño de un plan de prevención lo más amplio posible. En Aragón, hace muchos años que se estudian y valoran las estadísticas de los accidentes de montaña, habiéndose realizado diversos estudios epidemiológicos. Gran parte de los rescatados son personas no federadas y, por tanto, desvinculadas de los clubes de montaña, que son la herramienta más eficaz para formarse y llegar preparados a un terreno tan complejo como es el medio natural, y la montaña en particular.
A esta gran mayoría de rescatados no federados, frecuentemente visitantes ocasionales de la montaña, siempre resultará más difícil sensibilizar y concienciar para que acudan bien preparados física y técnicamente y con equipamiento y conocimientos adecuados. Serían precisas, por tanto,campañas in situ en los parajes de mayor afluencia de visitantes, pero también campañas globales y coordinadas en todos los territorios y con la colaboración de los medios de comunicación, oficinas de turismo en las ciudades y en los valles y todos los estamentos y administraciones para difundir un mensaje preventivo común. La campaña Montaña Segura, que se viene realizando en Aragón desde 1999, consideramos que es una herramienta a seguir y que podría extenderse a otros territorios.
También hay un hecho remarcable que se viene constatando, al menos, en el Pirineo aragonés, y es que los rescatados,muchas veces, son personas ilesas que extraviados, agotados o enriscados solicitan ser evacuados. Pensemos que ante el temor a tener que pagar el rescate muchos de estos incidentes con personas ilesas podrían convertirse en accidentes graves con resultado de politraumatizados e incluso fallecidos. Imaginemos una familia de 2 adultos y 2 niños que a las 6 de la tarde se pierden por el bosque al bajar de un lago que, en teoría, era de fácil acceso. ¿Qué sería mejor, solicitar el rescate a una hora prudente al constatar que estaban extraviados, o que el padre, ante el temor al cobro, intentara buscar el camino por sus medios y acabara muerto despeñado, con los familiares rescatados a medianoche, poniendo en mayor peligro al resto de la familia y complicando el rescate a los socorristas? ¿Qué resultaría más dañino humana y socialmente? ¿Queremos que el socorro en montaña siga siendo un servicio público o que se mercantilice?
Servicio público
La atención a los accidentados en montaña debe contemplarse como un servicio público que la Administración presta al ciudadano y, en ningún caso, debiera depender de la capacidad económica o de la solvencia del herido, lesionado o ileso rescatado. Reflexionemos en la línea de lo que planteaba Louis Hackett hace décadas: “Si las gentes se están cayendo en un precipicio, es más humano y más barato colocar una defensa de cerca, en la altura, que construir un hospital perfectamente dotado en personal y material en el fondo”. Administremos bien los recursos asistenciales pero potenciemos los recursos preventivos.
Si el cobro de los rescates en montaña tiene afán sancionador y recaudador, pensemos que siempre será más costoso atender a un posible politraumatizado, rehabilitarlo y cubrir una posible baja laboral prolongada o atender una pensión de por vida, que asumir un posible rescate de un ileso o herido leve por 4.000 €. Pero si lo que se pretende es sensibilizar a la población, empecemos por la base, con unas campañas de prevención rigurosas y bien programadas que lleguen a todos los potenciales visitantes de los espacios de montaña, minimizando los posibles riesgos.
Proporcionemos una información amplia y exhaustiva sobre las exigencias de formación, preparación física y adecuado conocimiento del terreno que el montañismo exige, poniendo especial énfasis en las personas desvinculadas a los clubes y federaciones de montañismo, practicantes ocasionales a los que desde el tejido asociativo resulta difícil sensibilizar. Enseñemos a los niños, en colaboración con los colegios, a moverse por el medio natural con seguridad y a tener conocimientos básicos de autoprotección, tal y como se hace en los países alpinos desde hace décadas.
Y apoyemos desde las administraciones a las federaciones y clubes de montaña. Ellos son el camino natural para adentrarse en la montaña con seguridad. Son la verdadera herramienta de prevención. Apostemos por ellos."
Luis Masgrau
Presidente de la Federación Aragonesa de Montañismo y Vicepresidente de la FEDME
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