No, el viejo Mercator no era un cabezón, al menos que sepamos, pero su forma de ver el mundo puede crear verdaderos cabezones y hasta dolores de cabeza, veamos. La proyección de Mercator ha calado tanto en la mente de occidente, y en realidad en la de casi todo el mundo, que es admitida por muchos como la “versión correcta” dentro de los mapamundis. Lo malo del caso es que, a fuerza de ser repetida en miles de mapas a lo largo de la historia, es difícil hacer ver que las deformaciones introducidas por la proyección de Mercator son grandes, y lo que es peor, cuando se mencionan alternativas como laproyección de Gall-Peters, muchas veces el resultado es un sonoro “¡vaya mapa más feo!”. Por eso, esta lámina que procede del clásico Elements of map projection puede ser de mucha utilidad. Véase el cabezón de abajo a la derecha, deformado siguiendo una proyección de Mercator.
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